(Cuento escrito por mi, el 3 de Sept, 1998)
Volví a aquel lugar, después de mucho tiempo. Pensé que ya lo había olvidado... o por lo menos que no lo recordaría tan fácilmente. Caminé por largo rato, sola; con mucho frío a pesar de estar muy abrigada; lentamente, sintiendo cómo el viento acariciaba mi cara. Llegué de pronto. Paré en seco y me di cuenta que de había estado caminando tan apurada ese último tramo que mi corazón latía con fuerza.
No sabía qué hacer. No lo pensé antes de llegar. No supuse que tendría que hacer algo una vez allí. Mi primer impulso fue buscarte entre la gente que pasaba por ahí... pero obviamente no te encontré. Miré la cartelera, pero nada me atrajo. Me quedé un rato inmóvil, sentada en un escalón mirando todo, como observando paso a paso en mi memoria todo lo que aquel día hicimos, en este mismo lugar.
No estaba triste. La verdad es que no sabía cómo me sentía, ni por qué llegué ahí. Sólo sentí el deseo de parar de hacer lo ,que estaba haciendo, en mi ,casa de salir así, de repente; de tomar la primera micro que pasó y caminar y caminar... hacia este lugar.
Hace tiempo que no pensaba tanto en esto, en este mismo día hace ya algunos años, en ti y en lo que sentía yo, en mí y en lo que me pasó con todo eso... en todo.
Pero sentí una fuerza que me llamaba a hacer todo eso de nuevo, inexplicablemente... y sólo la seguí.
Estaba sola, no había pensado en ti. Me sentía extraña. Extraña de haberle hecho caso a este impulso, de recordar tantas cosas de golpe, y lo peor... de volver a sentirlas.
Pero había algo que me tranquilizaba, y era que yo siempre había tenido la seguridad o quizá intuición de que iba a volver a encontrarme contigo; que nuestros caminos volverían a toparse. Quizá no igual que antes ( y eso de algún modo sería mejor); y puede que muchos años después que la primera vez que nos encontramos.
A pesar de sentir esa seguridad, nunca le di mayor importancia; pensaba que era algo casi inalcanzable. Por lo tanto lo había olvidado.
Pensando en todo esto, me di cuenta de mi posición; sentada en una escalera de baldosa frías, a la salida de una galería, sola, mirando todo como si recién abriera los ojos... y me puse a reír. Lancé una carcajada mientras me ponía de pie para irme de vuelta a mi casa. Mi Tesis esperaba, junto a un gran tazón de café negro, que a estas alturas ya debía estar helado. Comencé a caminar por el mismo camino por el que había llegado, cuando de pronto tuve que detenerme.
Miré hacia atrás... y te vi.
Estabas ahí parado , con la misma expresión que yo en el rostro; de curiosidad y expectación.
De pronto diste un sobresalto y me miraste, fijo... directamente a los ojos. Estás cambiado, pensé. Tú tampoco eres la misma, me respondiste.
No sé qué hago aquí, ni para qué vine. Sólo lo hice. Por cómo me miras creo que te pasó lo mismo. Seguimos así un largo rato... no sé si van a ser segundos, horas, días o siglos. No sé qué voy a hacer, ni tú. Sólo nos quedamos ahí parados... mirándonos profundamente, revisando el pasado y el futuro. Sin palabras, mientras el viento, cada vez más fuerte, borra el mínimo intento de sonido, y todo lo que nos rodea.
Ahora sólo nos queda descubrir qué es lo que pasará esta vez.
julio 08, 2008
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